La motivación docente como obligación ética

09.02.2011 16:42

 

Ser educador, profesor, maestro, docente implica que el sujeto que se dedica a la profesión de "enseñar" deba poseer unas capacidades, conocimientos, comportamientos que la misma profesión y la sociedad le exigen. Como dice Millán-Puelles: "entre los hombres hay algunos cuya forma y manera de ir haciéndose consiste, precisamente, en ayudar a otros a su propia humanización". Por tanto, ese "deber" se transforma en vocación y se expresa en la profesión.

 

Sobre la profesión se puede afirmar que cualquiera de ellas, se apoya en 3 ámbitos: técnico, artístico y moral.

 

Lo técnico/artístico engloba el saber y el ser capaz de llevarlo a cabo y de transmitirlo con las destrezas necesarias que aquello exige. Esto en la docencia correspondería a los conocimientos, metodologías (praxis);

 

Lo moral exige la responsabilidad personal de cada educador, y que supone sobre todo un deber de actuar de tal manera que por encima de cualquier otra valoración se lleve a cabo aquello que beneficia a los alumnos y a la comunidad, y se deje de lado todo aquello que les puede perjudicar.

 

Por tanto, en la profesión de educador el campo ético no se limita a describir entre conductas buenas o malas, sino que determina un modo de comportamiento y establece cuál es la conducta correcta frente a la desviada.

 

Ahora bien, cuando se habla de motivación hablamos de una acción orientada a ejercerla con ánimo, con diligencia. Desde ese punto de vista, se puede afirmar que es un requisito. Porque un docente profesional de vocación, es aquel que tiene además de aquellas habilidades y conocimientos ciertas disposiciones, capacidades y habilidades psíquicas y morales que le facilitan una mayor adaptación a la situación. Tiene muy claro el fin que persigue y le gusta perseguirlo, de tal forma que en ello encuentre alegría.

 

La identidad profesional se genera – según lo han demostrado algunos estudios- de la idealización y el conflicto. Vale decir, es el resultado de ese yo "idílico", normativo, que se confronta luego con una realidad que lo supera. Donde se dificulta su labor y se aleja de ese estereotipo de profesor representado en los medios de comunicación.

 

Cuando un docente está a gusto en su profesión se exige más a sí mismo cuando las circunstancias del trabajo así lo requieren, ejerciendo un dominio sobre sí, sobre sus sentimientos de cansancio, de mal humor, todos ellos típicos de las limitaciones de la naturaleza humana. Conoce y acepta las exigencias de su profesión y, además, es capaz de encontrar en este esfuerzo alegría (Fines del trabajo: felicidad, amistad y servicio).

 

La enseñanza en niñas y niños con problemas de aprendizaje está basada en técnicas de motivación, y los resultados son sorprendentes en muchos casos.

 

ESCRITA POR: TIRADO CHÁVEZ, JOSÉ ELFER

Maestría en Docencia Universitaria – Aula 504